Hum... ah si, sólo quiero aclarar que esta historia ya esta hecha, completada, editada y fue escrita hace como hace más de medio año... Para que no crean que tardo en pensar nuevas ideas... Pues ya esta terminado este escrito...
Ahora... You... Enjoy this part n.n

6.
-Y… Al final que era lo que estaba diciendo Chris por todos lados?-Pregunté con timidez a Linda.
-Ah, eso.-Dijo sin interés- Se la pasaba hablando de ti. Nunca se callaba, decía que iba a hacer esto y lo otro, y que el otro día te hizo eso y que no sabía qué hacer para remediarlo… Sin ofender Leah, pero era desesperante escuchar tanto de ti en todo el día.
Me dedicó una sonrisa sincera y yo le respondí con una más amplia. No me acostumbraba a ser la niña de los ojos del muchacho más apuesto de todo el hotel, y no sólo un muchacho apuesto (perfecto), si no que era… Era Christopher, mi ex-némesis.
Sentados en la orilla de la alberca, balanceando los pies en el agua nos encontrábamos algunos del equipo, ya que habían escuchado las nuevas.
-Sí, no se callaba, y después nos amenazaba con que si te decíamos algo.-Comentó Daniel entre risitas-Ese idiota de Chris de verdad que no sabía que era la discreción.
-Jajá! Al menos para nosotros, ella nunca se dio cuenta!!-Exclamó Alexander carcajeándose.
-Si bueno…-Dije sonrojándome más.
Escuché unos pasos tras de mí y levante la cabeza, con el sol tapándome la vista. Era Chris, y con la luz del sol parecía ser un Dios.
-Hola-Dije mirándolo con un ojo.
Él me sonrió y me tendió su mano para que me levantase.
Antes de irnos voltee atrás y contemplé como los demás se mantenían viéndonos con una sonrisa dibujada en sus labios: Una sonrisa de cómplices.
-Ven, Leah-Me dijo mientras tomaba mi mano para guiarme hacia el hotel.
Subimos las escaleras hasta llegar a una habitación con una puerta blanca. Era la suite 327.
-Ábrela- Me ordenó con una sonrisa radiante y llena de emoción.
Me sonrojé antes de asentir y abrí con intencionada lentitud la habitación.
La habitación estaba cuidadosamente y sublimemente arreglada. El atardecer hacía juego con las flores amarillas que estaban regadas en el piso y la cama, blanca y bien tendida daba la sensación de frescura que un hotel con mar producía.
Voltee a verlo y al instante cerró la puerta suavemente y me miró por encima de las pestañas. Una sonrisa tierna se esbozó en sus labios y me congelé como solía hacer tan seguido.
-Te gusta?-Preguntó sin perturbar su expresión perfecta.
-S-si…-Titubeé un poco- Que vamos a…?
Christopher amplió su sonrisa y se acercó a mí lentamente. Las mejillas me ardían como nunca lo habían hecho antes, y distinguí que él ya lo había notado.
-Por qué se sonroja tanto, mi bella dama?-Preguntó tocando mis mejillas.
-Esto… No es nada… Siempre lo hago…
Entrecerró sus ojos y me tomó por los hombros. El cuerpo se me congeló de nuevo.
-Podemos proseguir, Leah, mi ingenua dama?
-Ah, eso.-Dijo sin interés- Se la pasaba hablando de ti. Nunca se callaba, decía que iba a hacer esto y lo otro, y que el otro día te hizo eso y que no sabía qué hacer para remediarlo… Sin ofender Leah, pero era desesperante escuchar tanto de ti en todo el día.
Me dedicó una sonrisa sincera y yo le respondí con una más amplia. No me acostumbraba a ser la niña de los ojos del muchacho más apuesto de todo el hotel, y no sólo un muchacho apuesto (perfecto), si no que era… Era Christopher, mi ex-némesis.
Sentados en la orilla de la alberca, balanceando los pies en el agua nos encontrábamos algunos del equipo, ya que habían escuchado las nuevas.
-Sí, no se callaba, y después nos amenazaba con que si te decíamos algo.-Comentó Daniel entre risitas-Ese idiota de Chris de verdad que no sabía que era la discreción.
-Jajá! Al menos para nosotros, ella nunca se dio cuenta!!-Exclamó Alexander carcajeándose.
-Si bueno…-Dije sonrojándome más.
Escuché unos pasos tras de mí y levante la cabeza, con el sol tapándome la vista. Era Chris, y con la luz del sol parecía ser un Dios.
-Hola-Dije mirándolo con un ojo.
Él me sonrió y me tendió su mano para que me levantase.
Antes de irnos voltee atrás y contemplé como los demás se mantenían viéndonos con una sonrisa dibujada en sus labios: Una sonrisa de cómplices.
-Ven, Leah-Me dijo mientras tomaba mi mano para guiarme hacia el hotel.
Subimos las escaleras hasta llegar a una habitación con una puerta blanca. Era la suite 327.
-Ábrela- Me ordenó con una sonrisa radiante y llena de emoción.
Me sonrojé antes de asentir y abrí con intencionada lentitud la habitación.
La habitación estaba cuidadosamente y sublimemente arreglada. El atardecer hacía juego con las flores amarillas que estaban regadas en el piso y la cama, blanca y bien tendida daba la sensación de frescura que un hotel con mar producía.
Voltee a verlo y al instante cerró la puerta suavemente y me miró por encima de las pestañas. Una sonrisa tierna se esbozó en sus labios y me congelé como solía hacer tan seguido.
-Te gusta?-Preguntó sin perturbar su expresión perfecta.
-S-si…-Titubeé un poco- Que vamos a…?
Christopher amplió su sonrisa y se acercó a mí lentamente. Las mejillas me ardían como nunca lo habían hecho antes, y distinguí que él ya lo había notado.
-Por qué se sonroja tanto, mi bella dama?-Preguntó tocando mis mejillas.
-Esto… No es nada… Siempre lo hago…
Entrecerró sus ojos y me tomó por los hombros. El cuerpo se me congeló de nuevo.
-Podemos proseguir, Leah, mi ingenua dama?
Y cedí ante su poder.